miércoles, 26 de septiembre de 2012

El bádminton

Todos, aquí, del primero al último, admiran a un chino. En el Parque Tres de Febrero, más conocido como los bosques de Palermo, se congregan alrededor de 25 personas los sábados a la tarde para despuntar el vicio del bádminton y sueñan, los más jóvenes, con ser como Lin Dan, el campeón olímpico en Beijing 2008 y Londres 2012 y cuatro veces campeón del mundo. 

Carolina Pérez Amorosino es una de las jugadoras más destacadas que se pueden observar. Con tan sólo 18 años, aspira a profesionalizarse. Mientras practica, junto a su novio Mauricio, confiesa: “A mí me encanta el tenis, pero mi familia no me permitió desempeñarme. Además, es un deporte en el que te sentís muy solo durante los primeros años. Por eso el bádminton me da la posibilidad de estar cerca de ellos y continuar estudiando”. 

El bádminton, más allá de que se juega con una raqueta, tiene más diferencias que similitudes con el tenis: por principio, el dato llamativo es que no se juega con pelota, sino con un volante, pluma o gallito, que tiene forma de semiesfera y está compuesto en su base por plumas, lo que hace que circule más despacio. Las raquetas para practicar este deporte pesan entre 75 y 90 gramos y el volante promedio de 5 gramos. 

La superficie del terreno de juego en una cancha de bádminton es de 13,4 x 6,1 metros (para individuales el ancho es de 5,18). Para ganar un partido, un jugador debe ganar dos de tres sets (llegar primero a 21 puntos en dos parciales, al menos). 

A pesar de que los jugadores más importantes de la historia de este deporte sean asiáticos, la pasión por el bádminton se alimenta en cada lugar en donde haya preparado un campo, red de por medio o sin ella, para disputarlo. Porque, como analiza Carolina, “no hay tiempo ni lugar ni impedimento de materiales: este deporte se practica sólo con ganas. Y una raqueta, obvio”.

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