El skateboarding busca la belleza al probar la habilidad de un personaje, consiguiendo giros o deslizándose por barandas de escaleras, entre otros elementos urbanos. Este deporte en pocos años ha logrado generar una verdadera cultura.
Los skaters argentinos se reúnen en diferentes puntos del país llamados skatepoints. El más importante de Buenos Aires es el Correo Central, aunque también hay otros, como por ejemplo, Costanera Sur o la playa de estacionamiento del Hospital Garraham.
Las pistas de skate intentan imitar a la perfección esta modalidad. “La idea es copiar todo lo que se pueda encontrar en la calle y recrearlo con pistas de madera y ángulos de metal”, explica Martín Prieto, un practicante de este deporte.
La otra modalidad es el vertical, que se caracteriza por la falta de obstáculos. Los skaters se deslizan dentro de las grandes piletas de cemento e imitan el movimiento de las olas del mar. “Ambas pruebas son muy distintas y es raro que un skater sea óptimo en ambas”, explica Martín.
Sin embargo, a pesar de estar creciendo, el skateboarding en Argentina no tiene comparación, en cuanto a la cantidad de practicantes, con otros países del mundo. “Al skate argentino le falta tiempo para llegar a alcanzar a otros países. No en cuanto al nivel de los competidores, sino al apoyo del gobierno. Es otra mentalidad”, comenta Martín. Y agrega: “En Brasil, se practica en todos lados. En cambio, acá hay lugares del país en donde la gente no sabe lo que es un skate. Y esto tiene que ver con que no haya pistas públicas”.
Lo más sorprendente del skateboarding es que no sólo se trata de un deporte. Los skaters se identifican como una tribu urbana, comparten códigos, lenguaje y vestimenta, además de la pasión por las tablas. “Se identifican entre sí y jamás hay violencia. Hay una movida cultural que rodea al skate que va desde la indumentaria hasta los grafitis”, dijo Martín.
Mauro Gonzáles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario