Mientras que en los bosques de Palermo todos piensan que está a punto
de largarse a llover, Paula Demarco sigue poniéndose sus rollers sin dudarlo en el cordón de la vereda. Nada podría impedirle que sea una tarde de
puro hockey en el Rosedal. “¡Si se larga
de última es más divertido! ¡Pero no nos frena nada para jugar!”, cuenta la
joven de 20 años, que se integra en esta disciplina todos los días después de
la facultad.
Junto a un grupo total de más de 70 personas, juegan en el asfalto de los bosques hace más
de 20 años, con el único lema de divertirse y salir de la monotonía de la
semana o del trabajo. Lo más significativo de éste deporte que se practica al
aire libre, es que pueden integrarse chicos, grandes, mujeres u hombres, y las
edades son increíblemente variadas. Giran desde los 15 años hasta más de 50.
Además, lo que le pone un tinte muy divertido, es que es muy común que existan
equipos mixtos.
Principalmente, nació en Estados Unidos a partir de la idea de seguir
practicando el hockey sobre hielo fuera de lo que implica depender de una pista
de patinaje (por esa razón las canchas son de forma análoga a las de hielo,
pero más pequeñas). Los jugadores usan
patines en línea de cuatro ruedas consecutivas y pueden alcanzar velocidades
significativas que hasta derivan en fuertes choques entre los jugadores o
peligrosas caídas.
“Nos gusta que venga toda la
gente que tiene ganas de divertirse, y que además no tenga la posibilidad de ir
o de tener que pagar un club. Acá nos tomamos en serio la idea de hacer deporte
pero combinada con un poco de relax para despejarnos”, agregó Paula, luego de
contarnos que ella, como la mayoría, empezó a jugar acercándose a preguntar si
podía participar. Luego de eso se compró su Stick
(palo de hockey) y no se imagina de ahora en adelante sin jugar.
Más técnicamente, las medidas máximas de una cancha son 60 metros de
largo por 25 de ancho y lleva a los costados, tablas de impacto, con los
córners redondeados para que deslice el tejo o pelota según la superficie en
que se juegue (plástico encastrable, mosaico común, cemento o piso de madera.
Antes de despedirse, Paula nos cuenta que los que buscan competir o
jugar más seriamente (que implica un grado de riesgos superior), normalmente lo
hacen en Perú Beach (San Isidro) o en entrenamientos en
el Club de Atlanta, ubicado en el barrio porteño de Villa Crespo. En el último
tiempo también se empezó a llevar a cabo esta práctica en el Club de Platense,
situado en Vicente López.
Hay opciones para todos los gustos y comodidades. La principal regla
es: no hay reglas. Y vos, ¿qué estás esperando para unirte?
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